Le encantaba parar el tiempo. Inmovilizar una brisa mañanera, el vuelo de un pájaro, capturar la frescura de la primavera y dar constancia de la melancolía del otoño. Cualquier momento del día era bueno, sólo hacía falta ver más allá. La belleza solía ser tímida y difícil de encontrar, no era nada que se pudiera ver, la belleza debía sentirse y eso era lo que hacía ella, sentir con cada poro de su cuerpo la belleza que la rodeaba. Podían pasar horas, minutos, segundos, un instante o una eternidad.
¿Qué importaba el tiempo si a cambio podía inmortalizar momentos únicos e irrepetibles?
es genial :)
ResponderEliminarNo hay mejor recuerdo que una fotografía
un abrazo!
ootra vez yo! jajajaj
ResponderEliminartienes un regalito en mi blog :)
un beso!
Me encanta esta entrada! Te sigo, un besito!^^
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