viernes, 28 de enero de 2011

AMOR PROHIBIDO

Me encanta como eres, como hueles, tu tacto suave.  Me encanta como me haces sentir, esa embriagadora sensación de felicidad que me produces. Tu sabor me vuelve loca, es como si flotara en las nubes. Haces que me emborrache de tu aroma, que te quiera tener todo para mí y sólo para mí. No sé qué me has hecho pero simplemente no puedo sacarte de mi cabeza y, ¿sabes una cosa? Eres un acaparador. Acaparas todos mis pensamientos y haces que salga una parte desconocida de mí, una parte que no atiende a razones, una parte que solo se deja guiar por el corazón. Y es que ¿cómo resistirme a ti? Sé que lo nuestro no está bien, sé que es algo que no puede funcionar, es un amor prohibido. Pero eso solo empeora las cosas; lo prohibido es tentador. No puedo evitar recordar nuestras noches a solas en mi habitación, las lágrimas que sólo tú has logrado borrar con tu cálida dulzura, el placer que sólo tú me produces.
¿Para qué ocultarlo? No puedo vivir sin ti, no hay manera. Probablemente ya lo sepas, lo haces a posta ¿verdad? Disfrutas haciéndome sentir débil y culpable. Te quiero, pero te odio por quererte. Vale, lo reconozco, te adoro. Pero no por gusto (que conste).
Chocolate, eres mi perdición.

lunes, 17 de enero de 2011

PARANDO EL TIEMPO


Le encantaba parar el tiempo. Inmovilizar una brisa mañanera, el vuelo de un pájaro, capturar la frescura de la primavera y dar constancia de la melancolía del otoño. Cualquier momento del día era bueno, sólo hacía falta ver más allá. La belleza solía ser tímida y difícil de encontrar, no era nada que se pudiera ver, la belleza debía sentirse y eso era lo que hacía ella, sentir con cada poro de su cuerpo la belleza que la rodeaba. Podían pasar horas, minutos, segundos, un instante o una eternidad.
¿Qué importaba el tiempo si a cambio podía inmortalizar momentos únicos e irrepetibles?


martes, 4 de enero de 2011

PEDACITOS DE INOCENCIA


Hoy decidí ordenar los cajones. Sí, no es algo que haga a menudo, por eso me sorprendió tanto encontrar pequeños fragmentos de mi vida apretujados en el fondo de un cajón olvidado. Una cinta de pelo, una caracola de ése verano inolvidable, una nota de papel hecha trizas que no tuve el valor de tirar; ya no recuerdo las palabras que había escritas con la torpe letra infantil. La pequeña bola de cristal capaz de capturar un pedacito de arcoíris, ésa que me regaló mi primer amor. Entre papeles de chicle de fresa y viejos cromos de hadas, una foto arrugada de la que fue mi mejor amiga. Pedacitos de mi infancia, pedacitos de la inocencia que una vez perdí.