domingo, 15 de julio de 2012

LADRÓN DE SUEÑOS

Todas las personas somos un contenedor de sueños, deseos, promesas, anhelos. Todo mezclado con algunos polvos de esperanza. Para algunos, ésta se marchita con el paso de los años y la cruel insistencia de la vida por hacernos tocar de pies a tierra, de hundirnos en suelo, de enterrarnos a tres metros bajo tierra. Pero nunca desaparece. Siempre queda alguna partícula tozuda de esperanza en nuestro ser. Siempre .
Para otros, los sueños son como el oxigeno que se respira en el aire, vitales como los latidos del corazón. Algunos incluso los guardan en un pote por si algún día olvidan como soñar y se ahogan entre las tempestivas olas de la realidad.
Y luego estoy yo, que dependo de los sueños de los demás. Los rescato de lo más recóndito de los corazones de las personas, entre los secretos guardados bajo llave y las promesas aún por cumplir. Los desenvuelvo poco a poco, como una frágil y complicada figura de papel y saboreo cada tono, cada contraste, cada duda y cada miedo que acompaña a los sueños. Y, por supuesto, recubiertos por una leve capa de frágil inocencia conservada de la infancia.
Nunca hay que dejar morir al niño que llevamos dentro, pues en él resta nuestra esencia.